lunes, 22 de diciembre de 2008

Que te llamen por el nombre


Si hay una cosa que me parece de muy buena educación es la gente que te llama por tu nombre en cuanto lo saben. Bajo mi punto de vista, saber el nombre de una persona es signo de que te importa. Y no os creáis que es un acto sin más, ya que cuando ves que una persona nunca sabe cómo te llamas, te estás dando cuenta el valor que tiene algo así. Y os lo digo yo, que tuve que ver cómo ciertos "parientes" afirmaban como si tal cosa, que nunca se acordaban de mi nombre (se hacían líos, que si "marital" o "maricual"...). Así que, cuando los evoco a mi memoria, digo lo mismo: que no sé sus nombres.



Todo esto viene porque en el súper, hay gente que se acerca a la caja y se dirige a ti por tu nombre de pila (lo trae en el ticket). Ante estos clientes, me dan ganas de hacerles una reverencia y decir "chapeu", porque su relación contigo consiste en pasarles sus compras por la cinta, cobrarles y adiós. Pero ellos, agradecidos, miran cómo te llamas para no tratarte como unas meras manos que pasan alimentos. Te hacen sentir persona. Porque nuestra identidad es, precisamente, nuestro nombre (que no tiene que coincidir con el de la partida de nacimiento). Y qué cosas, que cuando alguien nos cae mal, nos negamos a nombrarlo (en realidad si no nos importa, no nos merece ni la pena hacerlo... para qué veáis que es como el pez que se muerde la cola... ignorar el nombre=ignoramos la persona...).


Hace algunos años leí la novela de Saramago "Todos los nombres" donde se hacía una reflexión a lo que significaban llamarnos de una determinada manera. Si lo leéis, os daréis cuenta de lo que significa el nombre para una persona. Es lo primero que aprendemos de nosotros mismos.





2 comentarios:

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